"Hay cuentos para cada momento,
cuentos para cada estación:
los cálidos cuentos para el largo invierno,
cuentos azules, rojos, verdes y violetas para la primavera,
el verano trae adivinanzas, bromas y chistes
y las grandes epopeyas se cuentan en otoño.
Pero aqui y ahora,
en aquel trópico, atravesado por el dolor y la pasión,
la tradición quiere que cuente
los cuentos del amor.
Los Cuentos del Espíritu... para pensar y para amar mejor..".

Nicolás Buenaventura Vidal, in espectáculo "Cuentos del Espíritu", Festival Internacional de Teatro de Almada (Portugal, Julho, 2007).


Si quieres un adulto con pensamiento creativo, de pequeño cuéntale cuentos. Si lo quieres, además sabio, cuéntale más cuentos. Albert Eisnstein

martes, 13 de septiembre de 2011

EL CÁNTARO AGRIETADO

Una anciana mujer china tenía dos grandes cántaros, cada uno colgaba de un extremo de un palo que transportaba apoyándolo en su cuello.

Uno de los cántaros tenía una grieta mientras que el otro estaba perfecto y siempre llegaba con la porción completa de agua.

Al final de un largo camino desde la fuente hasta la casa, el cántaro agrietado llegaba sólo medio lleno.



Durante dos años enteros esto fue sucediendo cada día, y la mujer llegaba a la casa con sólo un cántaro y medio de agua.

Por supuesto, el cántaro perfecto estaba orgulloso de su logro. Pero el pobre cántaro agrietado se sentía avergonzado de su imperfección y desgraciado por no poder cumplir más que la mitad de la tarea para la que había sido creado.



Después de dos años de lo que parecía un amargo fracaso, un día en la fuente el cántaro le habló a la mujer.

- "Estoy avergonzado de mí mismo porque esta grieta que tengo en un lado hace que el agua se pierda por el camino de vuelta a tu casa."

La anciana sonrió:

- "¿Te has dado cuenta de que hay flores en tu lado del camino, pero no en el lado del otro cántaro?

Eso es porque siempre he sabido tu defecto, así que planté semillas de flores en tu lado del camino y cada día, mientras caminamos de regreso, tú las vas regando.

Durante dos años he podido recoger estas bonitas flores para decorar la mesa.

Si no fueras como eres, no habría esta belleza para adornar la casa."

sábado, 3 de septiembre de 2011

EL NIÑO Y EL CACHORRO...


El dueño de una tienda de animales estaba colocando un anuncio en la puerta que decía: "Cachorritos en venta". Esa clase de anuncios siempre atraen a los niños, que suelen estar locos por tener un perrito pequeño en casa. No había acabado de poner el cartel en la puerta de la tienda cuando apareció un niñito preguntando...
- ¿Cuál es el precio de los perritos?"- preguntó el niño.
El dueño contestó: - Entre 30 y 50 Euros.
El niñito metió la mano en su bolsillo y saco unas monedas:
- Solo tengo 2 euros y medio, ¿puedo ver los cachorros?.....
El hombre sonrió y silbó.
De la trastienda salió una perra seguida por cinco perritos. Uno de los perritos no podía seguir a los demás. El niñito inmediatamente señaló al perrito rezagado que cojeaba. ¿Que le pasa a ese perrito? preguntó.
El hombre le explicó que el perrito nació con una cadera defectuosa y que siempre cojearía.
El niñito se emocionó y exclamó:
-¡Ese es el perrito que yo quiero comprar.
Y el hombre replicó:
- No, si tu realmente lo quieres, yo te lo regalo.
El niñito se disgustó, y mirando a los ojos del hombre le dijo:
- No, yo no quiero que usted me lo regale. El vale tanto como los otros perritos y yo le pagaré el precio completo. De hecho, le voy a dar mis 2.50 euros ahora y 50 céntimos cada mes hasta que lo haya pagado completo.
El hombre contestó:
- No deberías comprarlo. El nunca será capaz de correr, saltar y jugar como los otros perritos.
El niñito se agachó y levantó su pantalón para mostrar su pierna izquierda, inutilizada, soportada por un gran aparato de metal.
Miró de nuevo al hombre y le dijo:
- Bueno, yo tampoco puedo correr y el perrito necesita a alguien que lo entienda.
Los ojos del hombre se llenaron de lágrimas... Sonrió y dijo:
- Hijo, solo espero que cada uno de estos cachorritos tenga un dueño como tú.
En la vida no importa quien eres, sino que alguien te aprecie por lo que eres, y te acepte y te ame incondicionalmente.